Una de las principales quejas que vecinos de Corona, Elmhurst y Jackson Heights, en el condado de Queens, han manifestado durante meses, es el “caos” y el “desorden” que ha reinado en la populosa Avenida Roosevelt. Y mientras vecinos del sector apoyan las llamadas labores de “limpieza”, lanzadas en áreas como Corona Plaza, que ha ido cambiado de rostro, tras el levantamiento de puestos ambulantes, y el aumento de la presencia policial, otros residentes de esa parte de Queens denuncian que el incremento de la fuerza policial del NYPD, al igual que uniformados estatales, es un ataque “violento” contra los miembros más vulnerables de la comunidad.
Así lo gritaron este martes decenas de manifestantes que se reunieron en el corazón de Corona, para exigir a la administración del alcalde, Eric Adams, y a la gobernadora, Kathy Hochul, que cese lo que calificaron como vigilancia extrema en sus vecindarios. Según mencionaron, dichos operativos tienen en estado de alerta e intimidación a inmigrantes sin documentos, personas transgénero y miembros de la clase trabajadora, entre ellos vendedores ambulantes y trabajadores sexuales trabajo sexual para sobrevivir, que dijeron están siendo utilizados como chivos expiatorios.
“Cuando la policía supuestamente está limpiando la Roosevelt para que vuelva a ser tranquilo, algo que nunca ha sido, lo que están haciendo es limpiar a quienes somos parte de las comunidades. Eso es racismo puro, porque ven a vendedores ambulantes o a latinos con tatuajes, pantalones bajos, gorrita para el lado, playera grande, y ya piensan que son pandilleros, asesinos, violadores o traficantes”, aseguró la argentina Máxima Rodas.
La inmigrante reconoció que hace falta que la policía haga presencia en los vecindarios, pero no para generar miedo sino confianza, lo que aseguró no está ocurriendo actualmente.
“Se puede llegar a convivir con balance, pero cuando vemos 20 y 40 policías y uniformados con metralletas, y tropas que se ven del Army, vestidos como militares, Corona parece una zona de guerra, parece Iraq, no un barrio de gente trabajadora donde vas a comprar unos tacos”, agregó la activista. “No me opongo a que haya presencia de la policía, pero no a esa escala. Necesitamos un balance, porque así están asustando, intimidando a la comunidad. Eso es acecho, dan miedo, es persecución y al contrario genera más inseguridad”.
En la manifestación otros miembros de la comunidad exigieron que tanto el gobierno local como el estatal inviertan en soluciones a las necesidades e los vecinos y apoyo a las trabajadoras sexuales y los vendedores ambulantes, por lo que invitaron a los líderes neoyorquinos y a las autoridades a sostener conversaciones directas con los residentes en vez de crear políticas que los excluyan y deshumanicen.
“He sido vendedora ambulante durante muchos años. He sido discriminada muchas veces en las calles. En este momento, tengo cuatro multas y no son menos de $1,000 cada una. ¿Cómo se supone que voy a mantenerme, a pagar mi alquiler y a poner comida en mi mesa si estoy constantemente bajo una intensa vigilancia policial?“, dijo Eliana Jaramillo, miembro de Make the Road New York, quien fue más all+a y pidió que los policías se vayan del barrio.
“Esto no solo me afecta a mí, sino a muchos otros vendedores ambulantes como yo. Le pido a la Gobernadora y al Alcalde que saquen a los policías estatales y al NYPD de las calles; eso está infligiendo miedo en mi vecindario. Merecemos más licencias para vendedores ambulantes, más recursos, no más policías que nos criminalicen”, dijo la inmigrante.
Laura Torlaschi, organizadora de la despenalización del trabajo sexual y miembro de la coalición DecrimNY, aprovechó también para insistir en que la solución a los problemas de los vecindarios no es aumentar la presencia de uniformados sino invertir recursos.
Máxima Rodas critica que la presencia policial sea a gran escala. Foto Edwin Martínez
“Adams y Hochul no están buscando soluciones. Están buscando chivos expiatorios y personas a las cuales erradicar. Al poner en peligro a las poblaciones más vulnerables de Nueva York, pueden desviar la ira de los neoyorquinos de clase trabajadora en lugar de brindar la ayuda que necesitamos desesperadamente”, mencionó la activista.
“Sabemos que aumentar la vigilancia policial no es la solución. Si el objetivo es proteger a nuestras comunidades o luchar contra el tráfico sexual, debemos reconocer a las trabajadoras sexuales y a otros vendedores ambulantes como parte de nuestras comunidades”, recalcó. “Cada dólar de impuestos que se gasta en la policía estatal y en la aplicación de la ley por parte del NYPD es un dólar que se le quita a nuestras bibliotecas, escuelas y programas de vivienda y salud”.
Victoria Von Blaque, de la organización Trans Equity Consulting hizo un llamado para que no se criminalice la labor de las trabajadoras sexuales y advirtió que de seguir el aumento policial en la zona, los grupos más marginalizados sufrirán mayores abusos.
“Jackson Heights, que alguna vez fue la encarnación del sueño americano para los grupos marginados, sin embargo, la gentrificación y la vigilancia excesiva están desmantelando el delicado ecosistema que floreció aquí. La misma comunidad que ofrecía seguridad y pertenencia ahora está bajo amenaza, ya que las trabajadoras sexuales no blancas enfrentan un peligro cada vez mayor por parte de quienes juraron protegerlas”, dijo Blaque. “El desplazamiento de familias altera el vibrante tapiz tejido por los vendedores, la vida nocturna y las trabajadoras sexuales. En lugar de abordar problemas reales, los políticos apuntan a los vulnerables, exacerbando el daño a una comunidad que merece preservación, no persecución”.
Abigail Swenstein del Proyecto de Intervención contra la Explotación de The Legal Aid Society también mostró su rechazo a los operativos realizados en Queens, y aseguró que si no se cambia la ruta del barco, habrá mucho sufrimiento e injusticias contra poblaciones vulnerables.
“Como defensores públicos que representamos a la mayoría de los trabajadores sexuales, vendedores ambulantes y sobrevivientes de la trata laboral y sexual criminalizados de esta ciudad, sabemos que enviar policías estatales y desviar los recursos del NYPD para aumentar la aplicación de la ley en Jackson Heights solo conducirá a arrestos y una mayor marginación de quienes luchan por sobrevivir”, dijo la defensora.
“Si el alcalde Adams o la gobernadora Hochul realmente se preocuparan por la posible trata o la ‘calidad de vida’ en el área circundante de Jackson Heights y Corona, invertirían en estas comunidades y en las organizaciones comunitarias locales que brindan asistencia a los trabajadores marginados. Arrestar a los sobrevivientes nunca es la respuesta”, enfatizó la abogada.