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Source: Univision
Subject: Workplace Justice
Type: Media Coverage

Detrás de una gran lucha en NYC, hay una gran mujer hispana

Son mujeres sin miedo, que miran directo a los ojos y hablan apasionadamente de sus ideales de justicia social. Lideran campañas en industrias donde el 90% de los trabajadores son varones, pero con su actitud desafiante consiguieron el respeto y la admiración de sus compañeros de lucha.

Ligia Guallpa, organizadora de jornaleros, y Modesta Toribio, quien ayudó a hacer visible el robo de salario en la industria del lavado de autos, tienen un mensaje contundente en el Día Internacional de la Mujer, que se celebra anualmente el 8 de marzo. “La equidad de género únicamente se logrará cuando eliminemos las etiquetas. No se trata de ser hombre o mujer, o de quién tiene el poder. Se trata de ser compañeros en una lucha tan legítima como la nuestra”, sentenció Guallpa, de 30 años.

Guallpa es directora del Proyecto de Justicia Laboral (WJP), una organización en el vecindario de Bay Parkway, Brooklyn que organiza y provee servicios a unos 500 jornaleros al año, la mayoría de ellos inmigrantes latinos varones.

“Me llamaban niña cuando empecé a colaborar con la organización en 2008”, contó Guallpa, quien emigró de Ecuador a los nueve años. “Los jornaleros me trataban como a su hija menor. Fue realmente difícil lograr que me trataran como a una organizadora”, admitió.

La activista recordó que la primera esquina que visitó fue la que frecuentó su padre por tres años, en Woodside, Queens. “Ese día, papá me habló de la esclavitud moderna, de cómo los jornaleros eran víctimas del robo de salario y del abuso”, explicó. “Entonces comprendí que la esclavitud no es algo que está sólo en los libros. Es algo que pasa todos los días en nuestra ciudad”.


Ligia Guallpa, vela por los derechos de los jornaleros. (Zaira Cortés)

Decidida a derribar el machismo como parte de un precepto cultural arraigado en la comunidad hispana, Guallpa buscó estrategias para apuntalar la confianza de los jornaleros, muchos de ellos trabajadores de la construcción.

“Mis necesidades son las mismas o fueron las mismas que padecen los trabajadores por día. Es un factor que nos une y nos hace iguales, independientemente del género”, dijo.

El padre de Guallpa, don Edgar, emigró en 1989. Más tarde trajo a su esposa y sus hijas al sur de El Bronx. Con un sueldo de jornalero apenas podía pagar el alquiler de una habitación en un apartamento que compartían tres familias.

“No conocí la pobreza y la violencia hasta que llegué a El Bronx”, comentó. “En el invierno de 1997, un incendio devoró el nuestro edificio. Por cinco meses vivimos en refugios, hoteles y cuartos de amigos. Esa experiencia me marcó para siempre”.

Con los ojos humedecidos, Ligia recordó la dura vida laboral de su madre en las fábricas del área.

“Ella me enseñó a ser fuerte, a no rendirme”, sostuvo. “Detrás de una organizadora comprometida está una gran madre”.

“ME LLAMABAN GRITONA Y ALBOROTADORA”

La dominicana Modesta Toribio, de 37 años, también encontró la inspiración de lucha en sus padres.

“Mi madre siempre ha dicho que el que vive para sí mismo no vive”, sentenció. “Yo creo en esas palabras porque son fuertes y poderosas. Mis padres siempre dieron a otros”.

Toribio, activista de Se Hace Camino Nueva York (MRNY), comentó que el principal desafío al organizar a los trabajadores de las empresas de lavado de autos, fue enfrentarse a los comentarios despectivos de los propietarios.

“Me llamaban gritona y alborotadora. Decían que estaba falta de marido, que qué hacia un mujer de entrometida”, apuntó. “Los empleadores me descalificaban ante los trabajadores, pero no me detuve, no tuve miedo”.

El mexicano Refugio Denicia, de 37 años y trabajador de una empresa de lavado de autos en Queens, describió a Toribio como una mujer persistente y decidida.

“Venia una, dos o tres veces a donde nosotros. Nunca aceptó un no. Su valentía hizo que despertáramos para levantar la voz”, dijo. “Muchos pensamos: ¿Qué hace esta mujer entre nosotros? Pero pronto se ganó el respeto, la confianza y la admiración de todos”.

Toribio, una madre de dos niños de 9 y 5 años, emigró a Nueva York en 2001. Tenía 21 años y estaba ansiosa por ayudar a generar cambios en la comunidad latina. A los pocos meses de mudarse a la Gran Manzana se integró a MRNY y pronto destacó por su liderazgo en campañas de robo de salario.

Pero liderar la campaña que ayudó a hacer visible la desprotección de los trabajadores de las empresas de lavado de autos se convirtió en lucha personal.


Modesta Toribio junto a un compañero de lucha. (Zaira Cortés)

“Una noche encontré mensajes intimidantes en los espejos de mi auto, pero mamá me alentó a no desistir”, dijo. “Esa noche fui a una reunión con los ‘carwasheros’ y les dije que no tuvieran miedo. Las palabras amenazantes de los empleadores me impulsaron a seguir”.

Los defensores calculan que en la ciudad existen unas 200 empresas de lavado de autos que emplean a cerca de 5,000 trabajadores. El 80% de ellos son varones latinos. Una de las primeras empresas en organizarse fue Hi Tek Car, en el vecindario de Astoria, Queens.

“Nosotras podemos hacer lo que nos propongamos, podemos hacer lo mismo que los hombres, o hasta más, porque los obstáculos que nos ponen nos empujan a lograr lo impensable”, dijo. “Mujeres organizando a carwasheros ya no es impensable”.

Además de Modesta, otras mujeres están al frente de las campañas que buscan la sindicalización y el pago justo de los trabajadores de lavado de autos.

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