Nosotros que hemos regresado a nuestras patrias, o por la fuerza, o por nuestros propios deseos, a México, a la República Dominicana, Haití, Guatemala o a El Salvador, tenemos los sentimientos mezclados por nuestros lazos con nuestra gente en los Estados Unidos. A veces extraño los amigos de mi comunidad y de mi iglesia en Chicago. A veces miro a mi hijo, un ciudadano norteamericano, y me molesto por las oportunidades que está perdiendo y los derechos que se le estén negando.
Y también hay las remesas que nuestros fieles parientes nos envían, que para muchos representan la diferencia entre la vida y la muerte en estos tiempos difíciles. Pero hoy estoy pensando de otra clase de beneficio que nos envían desde el Norte.
Mi pastor me reportó sobre una reunión maravillosa en el condado de Queens en la ciudad de Nueva York. La organización, que la auspició, Se Hace Camino Nueva York, es una organización de base bastante fuerte en Queens, donde se han radicado inmigrantes de toda América Latina y la región caribeña. Mi pastor me dijo que el espíritu de los que se juntaron en aquella reunión del martes por la tarde para tratar temas de migración fue positiva y hermosa. Se están preparando para la Jornada Nacional de Oración y Testigos en Washington el 13 de octubre. También están organizando un encuentro con el congresista Luis Gutiérrez, la congresista Nydia Velázquez y el Senador Charles Schumer, que también se efectuará en el barrio de Queens, Nueva York.
Cuando me pongo a pensar de la energía y el espíritu del movimiento pro reforma migratoria entre nuestra gente en los Estados Unidos, me recuerdo del libro de Éxodos en la Biblia, y de toda aquella historia de liberación de la esclavitud de los israelitas en Egipto.
Esa historia tiene dos componentes: Antes de que Dios separó las aguas, y luego después cuando andaban buscando la tierra prometida.
En nuestros pases, hemos experimentado momentos tremendos de liberación. Ya no somos colonias ni de Europa ni de los Estados Unidos. Nos encontramos en el lado mas allá de las aguas separadas, en el desierto, buscando la sociedad justa y productiva que se nos ha prometido. Pero al igual que los israelitas, hay quienes prefieren regresar a Egipto y nos han mantenido dependientes de los Estados Unidos, económicamente pero también a veces por nuestros corazones. As es nuestra lucha.
De modo que cuando escuchamos noticias del movimiento en los Estados Unidos nos recuerda el espíritu de lucha, unidad, autodeterminación y dignidad. Nos anima para seguir caminando por los desiertos de nuestras vidas para alcanzar la vida prometida.
Los que leen esta columna en Nueva York, en el condado de Queens, vayan a la organización Se Hace Camino Nueva York (Make the Road New York) a 92-10 avenida Roosevelt (tel. 718-565-8500) para participar en la lucha para poner fin a las redadas, deportaciones y separación de familias. Ayúdenos a poner más leña al fuego de la lucha. ¡Ningún ser humano es ilegal! No somos criminales, sino madres y padres, trabajadores y gente de fe. Mas leña al fuego en Queens: Podemos ver el humo en México, República Dominicana, Haití, El Salvador, Nicaragua y Guatemala, nos anima, nos da esperanza y fe en nuestra gente.