Se puede palpar la emoción este mes en las comunidades inmigrantes pues los neoyorquinos, incluidos miles de inmigrantes indocumentados deseosos de más acceso e igualdad, acudieron en masa a inscribirse para IDNYC. El éxito del programa es claro, ya que más de 12,000 residentes ya se han inscrito y más de 100,000 otros tienen cita para hacerlo.
Los beneficios de tener tal identificación son básicos, pero la tarjeta de identificación gubernamental es absolutamente necesaria para quienes de lo contrario enfrentarían muchos desafíos en el diario vivir.
Guadalupe Paleta, madre indocumentada y residente de Queens, hizo cita la semana pasada. Con identificación, podrá visitar la escuela de sus hijos sin necesidad de preocuparse. No le molesta tener que esperar unas cuantas semanas para solicitarla. “Esta identificación indica que estamos acá, que nos ven”, dijo.
Para las familias inmigrantes como la de Guadalupe, el programa de identificación ofrece mucho más que una tarjeta con foto. Nos dice que, independientemente de nuestra situación, si hemos echado raíces aquí, pertenecemos aquí.
El entusiasmo por IDNYC es enorme. Ante la oportunidad de tener una tarjeta que simboliza su estatus como neoyorquinos, los inmigrantes acudieron en masa. Nuestras familias atestaron oficinas e hicieron largas filas. Fue prueba de la labor hecha por la oficina del alcalde, como también la comunidad –organizaciones de servicio y de activismo, medios de prensa y otros– para informar a los neoyorquinos sobre el programa.
Pero no todos nuestros vecinos tuvieron la sensatez necesaria para darse cuenta del valor histórico y cívico de lo sucedido. Opositores al programa no pudieron resistir la tentación de armar escándalo.
Hicieron que otros en el entorno de comentarios noticiosos cayeran en la trampa de perder la perspectiva y fueran tendenciosos en su opinión sobre el programa.
La indignación y las protestas sobre las fallas del programa provinieron de quienes nunca apoyaron IDNYC, y a muchos nos parecieron poco sinceras. Simplemente no se percataron de la verdadera noticia que se producía ante sus ojos: la ciudad de NY sirve de inspiración al incluir cada vez más a todo tipo de personas.
Sin embargo, este programa es demasiado importante para demasiados neoyorquinos como para convertirse en una serie de golpes editoriales bajos al alcalde.
A todos nos deben alentar y conmover las imágenes de familias inmigrantes que se inscriben para IDNYC. Confirman la importancia de una política municipal dinámica que facilita la inclusión de los inmigrantes.
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