Diana Flores ha tenido varios empleos desde que emigró de México a Estados Unidos, pero ninguno con su nueva identidad sexual, de mujer transgénero, pese a que cuenta con los requisitos y la calificación necesaria para ocupar el puesto.
Flores, originaria de Atlixco, en el estado de Puebla, conoce muchas compañeras transgénero mexicanas en su misma posición: cansadas de experimentar el rechazo de empleadores potenciales por su identidad, por ser mexicanas y, a menudo, por no contar con documentos.
La discriminación contra esta población en Estados Unidos no sólo es social, sino laboral, empujando a muchas transgénero a un círculo de angustia que comienza desde su transición hormonal y que nunca termina, dejándolas con empleos precarios y siendo constantemente atacadas.
“Ahora aunque me ponga ropa masculina, como ya empecé a tomar hormonas, ya no me veo como hombre. Tengo varias amigas en la misma situación. A veces piensan que uno sólo va a ver hombres, o no sé, pero lo que necesitamos es trabajar”, dijo.
El caso de Flores es típico entre las mujeres transgénero mexicanas en Estados Unidos y, en general, entre la población no anglosajona con una identidad sexual no tradicional, de acuerdo con un estudio difundido a mediados de octubre por el organismo Se Hace Camino Nueva York.
El estudio demostró que, de manera consistente, las mujeres transgénero tienen menos probabilidad de encontrar empleo que los individuos identificados como homosexuales, y tienen más posibilidad de perder su trabajo por su aspecto y de sufrir mayor grado de discriminación laboral.
Titulado “Discriminación en el lugar de trabajo, de la solicitud a la terminación”, el estudio también destacó que pese a que cuenten con las mismas calificaciones, empleadores en cinco empresas prefirieron de manera consistente a los candidatos que no eran transgénero.
Para Flores, la única oportunidad de encontrar una ocupación eventual en un restaurante ha sido gracias a conocidos que hizo en sus labores como hombre, que reconocen su ética de trabajo y que la han recomendado, aunque debe ir vestida de manera masculina.
Testimonios apuntan a que hay más discriminación hacia las mujeres transgénero entre la comunidad latina que entre los estadunidenses anglosajones, pero las relaciones sociales han sido la única oportunidad de Flores para emplearse. “Si no tiene una conexión no te dan trabajo”, lamentó.
A menudo los prejuicios entre la comunidad mexicana en Estados Unidos sobrepasan el compañerismo, como lo constantó Erica Cervantes, originaria de Matamoros, en el estado de Tamaulipas, y quien emigró hace 17 años a Estados Unidos por el acoso sufrido en México.
“Desafortunadamente una sufre más discriminación de la misma gente hispana. Uno viene aquí a luchar y sobresalir por sus derechos y a veces tenemos los mismos problemas que me hicieron dejar mi país”, afirmó Cervantes.
En su más reciente empleo en una empresa que prepara alimentos experimentó discriminación verbal de un compañero también mexicano, que se refería a Cervantes con su nombre de nacimiento. Sufría de otros colegas burlas y comentarios malintencionados.
Cervantes decidió no reportar el acoso al gerente, porque en otras instancias éste no había tomado medidas contra los acosadores, y terminó por renunciar a su empleo. “Ahora ya no tengo trabajo, porque como soy transgénero no me ven de la misma forma”, aseguró.
Las leyes en Estados Unidos no protegen a personas como Cervantes. En la mayoría de los estados la discriminación en el empleo con base en la identidad sexual no es ilegal, y aunque sí lo es la ciudad de Nueva York, no se aplica esta ley en el terreno, según Se Hace Camino Nueva York.
Estudios han demostrado que la población transgénero está entre las más pobres en Estados Unidos, y que tienen más del doble de posibilidades de estar desempleadas que la población general y más de cuatro veces de probabilidades de vivir en la pobreza.
El 20 por ciento de los transgéneros en Estados Unidos no cuentan con un hogar, de acuerdo con la Comisión de Derechos Humanos de la ciudad de Nueva York, pese a que su nivel educativo es en promedio mayor que el de la población general.
Brooke Cerda, activista originaria de Guadalajara, manifestó que la población transgénero es la más vulnerable globalmente: despreciada por sus familias, discriminada por la sociedad y, a menudo, vista sólo como objeto sexual.
“Aparecemos asesinadas todos los días en los basureros, y ni siquiera se registran nuestras muertes, porque quedan reportadas como crímenes contra gays”, aseveró Cerda.
Debido al rechazo y al grado de violencia que sufren las transgéneros mexicanas en Estados Unidos muchas han dejado de buscar un empleo.
“En la comunidad mexicana transgénero en Nueva York, que es la que más conozco, ya muy pocas están pidiendo empleo porque sus amigas les dicen la pesadilla que es. Muchas dicen: al carajo, y se dan por vencidas”, enfatizó Cerda.
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