Un grupo de madres de dreamers aseguraron que ellas también son “soñadoras”, porque son las que luchan día a día por sacar adelante a estos estudiantes indocumentados que buscan labrarse un futuro mejor con una carrera universitaria.
Durante la celebración del Día de las Madres en la organización Se Hace Camino Nueva York, estas madres dijeron que su sueño es que el gobierno federal apruebe una reforma migratoria que asegure la unidad familiar, el fin de las deportaciones, y un camino rápido a la ciudadanía.
La mexicana Ligia Moreta, madre del dreamer Jonathan Jiménez, de 18 años, dijo que si el Congreso aprueba la reforma migratoria, “nosotras las madres podríamos conseguir mejores trabajos para ayudar a nuestros hijos, y no tener miedo de que nos deporten y nos separen de ellos”.
Moreta entró a Estados Unidos con visa de turista en 2000 junto con sus hijos, y decidió quedarse para darle un futuro mejor. Gracias al sacrificio de esta madre, con su trabajo como peluquera, logró que su hija mayor, Cristina Jiménez, de 28 años, se graduara en Ciencias Políticas y hoy día es la directora nacional de United We Dream, la organización más grande del país que lucha por la aprobación del Acta del Sueño.
“En el día de hoy muchas madres están separadas de sus hijos porque han sido deportadas, y por eso estamos pidiendo una reforma migratoria que ofrezca un camino a la ciudadanía”, dijo Cristina Jiménez.
Jonathan se inscribió en enero en el programa federal de acción diferida, lo que le ha permitido conseguir un permiso de trabajo y ayudar a su madre a pagar la universidad, donde estudia Arte y Ciencias Políticas.
“La acción diferida es un alivio porque a nosotros no nos dan asistencia en la matrícula universitaria conocido como TAP”, dijo Jonathan Jiménez.
Aunque es abogada, Clara Cortés, madre de la dreamer Luba Cortés, de 19 años, dijo que decidió traer a su hija por la frontera de Sonora en 1999, “porque pensé que aquí sería más fácil sacarla adelante, pero ha sido muy difícil”.
“Mi hija pudo ir un semestre a la universidad porque conseguí los $3,000 para la matrícula con mi trabajo de limpieza, pero tuvo que salir porque ya no pude pagar su colegiatura”, dijo Cortés. “Por eso estamos pidiendo una reforma migratoria que nos permita ayudar a nuestros hijos a terminar una carrera”.
Otra madre esforzada es la mexicana Patricia Carrera, quien gracias a su trabajo en limpieza de casas, su hija Pamela Domínguez, de 20 años, estudia Educación en La Guardia Community College.
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