El mensaje fue el mismo: pedir una reforma migratoria justa, pero no fueron tantos como el año pasado.
Unas 5 mil personas, según la Coalición del Primero de Mayo, se manifestaron en la tarde de ayer hacia las calles de Union Square, en el Bajo Manhattan, donde se reunieron diversos grupos a favor de los inmigrantes (incluyendo Se Hace Camino al Andar). El año pasado se estima que fueron 20 mil.
Para la Mexicana Nuemi T., que participó en segunda marcha anual del 1 de mayo, el silencio tuvo su fuerza: "Nuestra ausencia por el temor de muchos a las redadas demostró más que nunca que necesitamos una reforma migratoria, que existimos, que hacemos mucho y contribuimos a la riqueza de este país", dijo la indocumentada de 25 años de edad, que lleva seis viviendo en la ciudad de Nueva York, mientras se escuchaban ecos como "Bush escucha al pueblo", "somos trabajadores y seres humanos, no ilegales", entre otros.
Poco antes, en la iglesia Judson Memorial se realizó un servicio religioso con líderes de varias religiones. Tras el acto, salieron a Washington Square donde montaron un árbol genealógico con el precio del dolor: el de la separación de las familias por la deportación. Algunos inmigrantes escribieron en papeles en forma de hojas los nombres de las personas que han sido deportadas o de las que están apartadas porque no pueden viajar debido a su situación irregular migratoria.
"Mi madre ha perdido la capacidad para hablar, y no me puedo comunicar con ella. Tengo miedo de salir del país y tardar demasiado en volver a cruzar la frontera y no poder trabajar para dar de comer a mis 8 hijos", dijo el mexicano Guadalupe V., nacido en Puebla, acompañado de su esposa y pequeños.
Otros, como Julio Cañete, con orden de deportación, salieron "porque ya no tengo nada que perder", afirmó el mexicano de Toluca, que fue detenido mientras se alojaba con su familia en un hotel del estado de Michigan.
"Estoy en la marcha para decir que no nos ataquen más. Somos trabajadores, buenos padres, buenos vecinos", agregó el trabajador de la construcción.
Vestida con un traje de ejecutiva y recién salida de una reunión en el Banco Mundial, Rosalinda Baez, que trabaja como economista en una empresa dedicada a la computación, acudió a la marcha debido a una redada que, de cierta manera, le tocó sufrir.
"Un día estaba en Austin (Texas) comiendo en un restaurante y, de pronto, nos dijeron que nos teníamos que ir, porque había llegado inmigración a la cocina y se había llevado a todo el personal", explicó Baez, de origen dominicano.
"Ahí pensé que debíamos hacer algo. Esta situación es inaceptable. Necesitamos a los inmigrantes y estamos gastando dinero en detenerlos, en deportarlos. Por eso vine a esta marcha y estoy pensando en proyectos para convertir los mecanismos de la globalización en riqueza para nuestros países de Latinoamérica", apuntó la economista.
Para Héctor Figueroa, secretario tesorero del sindicato SEIU 32BJ, con 85 mil miembros, dos tercios de ellos de origen latino, "las detenciones no nos ayudan nada a resolver el problema de la inmigración, sólo a crear miedo, como el que se ha visto proyectado en esta marcha", dijo el organizador de trabajadores.
Cuando se pidió un minuto de silencio por los que han muerto cruzando ilegalmente la frontera, el ecuatoriano Miguel M. bajó las banderas estadounidenses que vendía a los congregados en la marcha y pensó en dos amigos que salieron al norte y de los que nunca nadie supo.
"Es triste pero en mi pueblo los hombres sabemos que hay que salir para dar a comer a los hijos", dijo Miguel, padre de 5 pequeños que viven en Ecuador.
Actividades en Nueva Jersey
Con una baja asistencia de publico, comparada con la del año pasado, ayer se celebró en varias ciudades del Estado Jardín el Día Internacional del Trabajo.
En horas de la mañana, cerca de 30 personas se dieron cita en el parque Riverview Fiske de Jersey City, para luego, con pancartas en mano y arengando al unísono "unido, el pueblo jamás será vencido" marcharon hacia el Parque Washington de Union City.
Pedro Rivas, presidente de Acorn, uno de los grupos comunitarios que organizó la marcha, dijo sobre la baja asistencia a la actividad que "la gente no vino porque siente temor tras escuchar rumores que agentes de inmigración podrían estar presentes y realizar una redada masiva".
Mariela Ramos, residente en Union City, no tuvo miedo, con pancarta en mano dijo: "apoyo la reforma inmigratoria. No tengo papeles, pero pago cientos de dólares anuales en impuestos que me descuenta mi empleador y ese dinero no lo puedo reclamar porque no puedo rendir mis impuestos".
La actividad contó con la presencia del alcalde de Union City y asambleísta del distrito 33 Brian Stack y de los legisladores del condado Hudson Eliu Rivera y Jeff Dublín. En la ciudad de Paramus, acudieron más de 150 personas frente a las oficinas del congresista Scott Garret.
Norberto Curitomai, presidente del Comité de Defensa de los Derechos de los Inmigrantes, explico que: "estamos exigiéndole al funcionario y a todos los que están en contra de una reforma inmigratoria que cambien su posición anti inmigrante y trabajen para que se haga realidad antes de fin de año".
Portando una gigantesca bandera estadounidense, los manifestantes respaldaron la "legalización de más de los doce millones de inmigrantes indocumentados" que viven en Estados Unidos.
La marcha contó con la presencia del alcalde de Paramus, James J. Tedesco III, quien dijo estar a favor de dar a los inmigrantes indocumentados "la oportunidad de permanecer aquí porque forman una fuerza laboral que proporciona un servicio esencial".
Entre tanto en la parte sur del estado, en Bridgeton, cientos de trabajadores del área recorrieron varias calles de la ciudad para pedir el cese de las redadas. Al cierre de esta edición, en Morristown se preparaba otra marcha.
El senador Robert Menéndez dijo que las marchas "representan el apoyo continuo por un nuevo, sensible y justo sistema de reforma inmigratoria".