La elección presidencial que se realiza este domingo 28 de julio en Venezuela no se parece a ninguna otra jornada comicial que se haya realizado en algún país latinoamericano en las últimas décadas. Y quizás es la primera vez en la historia que el destino político de este país tenga algo de resonancia en la ciudad de Nueva York, en donde hasta hace cuatro años no se tabulaban en el censo oficialmente más de 16,000 venezolanos.
Esa resonancia no tiene que ver con movilizaciones de electores en Nueva York habilitados para votar. En Estados Unidos estos ciudadanos no tienen acceso a participar en este proceso. Tiene que ver con el hecho de que las calles de esta urbe, han sido una de las que con más peso, “ha visto de cerca el rostro” de la espantosa crisis económica y política de esa nación petrolera.
Luego de 25 años del régimen autoritario instaurado por Hugo Chávez y continuado por Nicolás Maduro, la expectativa de la mayoría de los venezolanos, como establecen todas las encuestas, es dar un paso para restaurar la democracia y empezar a poner punto final a un modelo represivo y de violación sostenida de los Derechos Humanos, como ratifican varios informes avalados por los Estados Unidos.
Ese cuadro autoritario, en el mapa suramericano, ha expulsado a más de 8 millones de personas, de las cuales miles empezaron arribar desde la primavera 2022, pidiendo un espacio en los albergues municipales de la Gran Manzana.