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Source: El Diario
Subject: Housing & Environmental Justice
Type: Media Coverage

Sandy se ensaña con los pobres en NYC

Cuando Sandy devastó el vecindario deMidland Beach, en Staten Island, Iztac Zamna Mondragón [miembro de Se Hace Camino a Nueva York] compartía con otra inmigrante hispana un cuarto, donde vivió por una década.

“Perdí mis ahorros porque no tenía cuenta bancaria. No pude recuperar nada, me quedé sólo con la ropa que tenía puesta”, explica Mondragón, de 47 años.

La mexicana vive hoy en un rincón de una sala, por el que paga un alquiler de $250. El lugar, que no supera un pie y medio de longitud por un pie de ancho, está aislado por una cortina de plástico sujeta a la pared con cinta adhesiva.

La mujer duerme en un pequeño colchón en el piso. Un par de gavetas improvisadas sirven para almacenar comida, cosméticos y medicamentos. El espacio no permite muebles, pero Mondragón usa bolsas de lavandería y de basura como ropero. Pocas prendas, la mayoría suministradas por centros de ayuda, conforman su guardarropa.

“No tengo familia en la ciudad. Estoy completamente sola enfrentando esta lenta y dolorosa recuperación”, indicó. “Consigo entre $40 y $70 a la semana por algunas horas cuidando ancianos y limpiando casas. No tengo empleo fijo”.

De acuerdo con un estudio de Center for American Progress, que se enfocó en la situación de pobreza luego del paso de Sandy, el 55% de los inquilinos afectados eran de bajos ingresos, ganando un promedio de $18,000 anuales.

“Indocumentados o no, decenas de familias latinas ya enfrentaban una situación de pobreza que el desastre natural agravó”, indicó Gonzalo Mercado, director del Centro del Inmigrante. “Hay víctimas que no figuran en las estadísticas. A un año de la devastaciónpermanecen en las sombras, completamente invisibles”.

La condición de pobreza de Iztac también golpeó a su familia en la comunidad de Olinaláen el estado mexicano de Guerrero, el cual fue asolado por los huracanes Ingrid y Manuel el mes pasado.

“Dejé de enviar remesas a mi madre y hermanas. Es realmente frustrante no poder ayudar a mis seres queridos. Aunque quiera, no tengo el dinero para hacer algo por ellos”.

Según un reciente estudio del Centro Furman de la Universidad de Nueva York, de las reclamaciones que la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA) recibió a principios del año, el 68% de los inquilinos y el 24% de los propietarios eran de bajos ingresos.

Otros afectados

El puertorriqueño Marcos Báez, de 34 años, es uno de los dueños de casa de bajos ingresos que no ha logrado reconstruir su propiedad, en las inmediaciones de la calle Olympia. Desde hace siete meses duerme en la sala de la vivienda de su hermana.

“Si otro huracán va a destruir Midland Beach que sea ahora, que no tengo nada. No quiero trabajar duro para que en unos años una marejada me deje nuevamente en la calle”, dijo con frustración.

El reporte de Center for American Progress, publicado en agosto, destaca que, luego de la supertormenta, Nueva York perdió 29,100 empleos. Los más afectados fueron las personas que tradicionalmente tienen problemas para encontrar puestos de trabajo, incluidos ancianos, familias monoparentales con problemas de cuidado de niños, e inmigrantes que hablan poco inglés.

“Tener un seguro social no garantiza nada”, argumentó Báez. “Soy un ciudadano estadounidense que no ha logrado salir de esta pobreza. Ni siquiera tengo trabajo”.

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