Gobernador Cuomo quiere subir la edad criminal a 18 años como justa solución.
Para un adolescente de 16 años, con sus capacidades cognitivas aún por desarrollar, la noción del bien y el mal puede estar totalmente condicionada por influencias externas. Si este adolescente vive en Nueva York, sus influencias le llevan por el mal camino y comete un crimen, será juzgado y condenado como un adulto y su vida ya no tendrá vuelta atrás.
Esta es una durísima realidad a la que se enfrentan alrededor de 40,000 menores al año en el estado neoyorquino, el 80% de ellos latinos o afroamericanos, según la oficina del gobernador Andrew Cuomo.
Nueva York, junto a Carolina del Norte, son los únicos estados de todo el país que continúan procesando criminalmente como a un adulto a toda persona que haya cumplido los 16 años, cuando aún no tiene siquiera el derecho a votar.
Una de las grandes promesas de Cuomo para este año es subir la edad criminal en el estado a 18 años. El objetivo es que no haya más casos como el de Anthony Díaz, un puertorriqueño de El Bronx que fue arrestado en los años 80 cuando apenas había cumplido 16 por robo a mano armada y posesión de drogas. Díaz fue luego condenado a más de una década en una cárcel de adultos.
“En mi comunidad no había casi oportunidades para ganarse la vida, y me dejé llevar hacia el mundo del crimen y las drogas por adultos que tenía alrededor, porque no sabía discernir lo que estaba bien o lo que estaba mal”, explicó Díaz, que hoy tiene 44 años.
“En la cárcel lo único que aprendes es a sobrevivir. Te fuerzas a crecer, porque sólo eres un niño y tienes que adaptarte a una situación que te sobrepasa. Perdí todos mis años de juventud, en los que te tienes que formar como persona y como profesional, y cuando salí estaba completamente perdido”.
Tras salir de la cárcel con libertad condicional, Díaz ya había entrado en la treintena y le llevó varios años aprender a ser de nuevo un miembro de la sociedad.
“Estaba furioso por lo que me había pasado y no tenía ninguna preparación para la vida real, por lo que tuve que empezar de cero”, relató. “Me llevó mucho tiempo formarme, reconectar con mi familia, con mi comunidad y aprender a ser productivo”.
Díaz actualmente está casado, tiene seis hijos y trabaja en un programa que ayuda a personas que salen de la cárcel a reintegrarse en sus comunidades y en sus familias, además de dar charlas en iglesias para intentar que jóvenes no caigan en las redes de la vida criminal por desesperación, como le ocurrió a él.
Su caso tuvo un final feliz, pero esto es la excepción, ya que el 80% de los adolescentes que han sido procesados y condenados como adultos por la justicia criminal de Nueva York acaban reincidiendo cuando salen de la cárcel, según la oficina de Cuomo.
Para las organizaciones de derechos civiles, ésta es la prueba irrefutable de que el sistema actual es totalmente fallido. “Al tratar a jóvenes como adultos en el sistema de justicia criminal, se está contribuyendo a un ciclo de rearrestos, de abusos y de acabar con las oportunidades que pueden tener en la vida”, señaló Juan Cartagena, presidente de Latino Justice.
“Los jóvenes latinos y afroamericanos son los más perjudicados por esta política caduca”.
El codirector de Make the Road New York, Javier Valdés, aboga por una reforma que incluya vías hacia la rehabilitación de menores que han cometido crímenes.
“Si se trata a los niños como niños, se reducen las probabilidades de que reincidan y se les protege de la violencia en las cárceles”, dijo Valdés.
Elizabeth Gaynes, directora ejecutiva de la Osborne Association, una organización neoyorquina que lleva 75 años ayudando a personas que han sufrido encarcelación, asegura que la mitad de los menores internados en la prisión de Rikers sufren problemas mentales y el trauma sicológico por haber sido encarcelados les dificulta rehacer su vida.
“Hasta que no observas las caras de estos niños de 16 y 17 años y ves por lo que están pasando, no entiendes la magnitud del problema y lo necesario que es cambiar el sistema”, aseveró Gaynes.
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